Tomado de Diario Concepción

Nunca es fácil encontrar ese virtuosismo que pueda surcar, sin escalas, el ámbito deportivo y el humano; y menos a tan corta edad, como los 12 años. Pero de vez en cuando se da y en el Colegio Salesianos de Concepción pueden jactarse de tener uno de estos diamantes en bruto, que promete resplandecer en un futuro cercano.

Ángel Vega Chamorro es uno de ellos. Un niño que nació con un talento natural para el balón, seguramente dado por los genes: su bisabuelo fue un destacado futbolista de barrio y sus dos abuelos también fueron asiduos del fútbol amateur (uno de ellos aún lo hace en Yumbel). Hoy en día, su padre es quien brilla con los colores del Club Armando Alarcón del Canto, en Hualpén.

El mérito de este pequeño que cursa séptimo año básico, es que a ese don natural, agrega un esfuerzo y convicción a toda prueba; a tal punto que nadie le saca de la cabeza llegar a ser el primer futbolista profesional de su familia.

Cara sucia, sudor y barro

Ángel cuenta que la primera vez que tocó un balón en serio fue a los cinco años, cuando sus padres lo llevaron a probarse a Naval de Talcahuano. Ahí, persiguiendo el balón, embarrándose de pies a cabeza, comenzaron a forjarse sus primeros sueños, tejiendo un lazo que ya no se rompería nunca más. Porque si en la cancha se nota su pasión por el fútbol, cuando habla de su deporte amado, los ojos se le enrojecen y se le nota el nudo en su garganta. Así es él, distinto a los de su edad, con una mente clara, tanto como con la pelota en los pies.

“Esto yo lo llevo en la sangre. Mi tatarabuelo jugaba a la pelota y tengo a un abuelo que tiene 70 años y todavía juega en Yumbel. Así que cuando me llevaron a Naval, me gustó al tiro”, dice este zurdo, que se define como rápido para desbordar y con capacidad para jugar en distintos puestos de la cancha, tal como lo hace en los Pre Cadetes de la Universidad de Concepción, hasta donde fue promovido este año luego de un año en la escuela.

“En la UdeC me hacen jugar en todos los puestos, hasta en el arco. Aunque acá en Salesiano, el profesor Matías Berríos me pone de volante izquierdo, que es lo que más me gusta”, reconoce.

En Naval se mantuvo hasta los 10 años, cuando entró a la Escuela de la UdeC y tras un año, el profesor Luis Castro lo envió a Pre Cadetes. “Puedo decir que en la UdeC me enseñaron todo, ahí aprendí a jugar. De hecho, acá en el colegio mis compañeros se han dado cuenta y me piden que no juegue tanto y les pase la pelota en los partidos amistosos que hacemos”, dice.

Adicpa es la tarea

Al Salesianos entró en 2016 y dice que se adaptó de inmediato. “Cuando escuché que mi mamá decía que aquí habían hartos talleres deportivos, dije que me metería al fútbol. Ahí unos compañeros me vieron y dijeron que era bueno, que me probara en la selección del colegio. Debuté en Adicpa y terminamos terceros, ese año también resultamos campeones regionales de la Copa PF y fuimos al Nacional. El año pasado llegamos a semifinales de Adicpa y este año se nos lesionó uno de nuestros mejores jugadores y tuvimos muchas bajas, así es que no nos fue bien”, explica.

De ahí que, según Ángel, tengan entre ceja y ceja el título del segundo semestre. “Estamos seguros que con equipo completo saldremos campeones del segundo torneo de este año. Me gusta la organización que tiene la liga Adicpa, son hartos colegios, todo es muy competitivo y por eso quiero ganarla”, asegura este alumno de excelencia, que el año pasado terminó con nota 6,5 y este 2018 ronda el 6,3.

Sacrificio como premisa

Vega dice que el rendimiento alcanzado no ha sido gratis, que tiene que meterle corazón cada día. “Requiere bastante esfuerzo, porque los lunes y viernes entreno aquí en el colegio, mientras que en el club practico esos mismos días además del miércoles. Así es que sólo los martes, jueves y fines de semana puedo estudiar y trato de aprovechar al máximo el tiempo. Pero yo sigo porque el fútbol a mí me encanta, es mi pasión. Mi lema, es que sin esfuerzo no hay recompensa”, dice con una madurez que conmueve.

Según Ángel, hay otro factor clave para salir adelante: su madre Katherinne. “Ella me acompaña siempre, me lleva a todas las prácticas, nunca me deja solo. El esfuerzo que hace mi mamá por mí, se lo voy a agradecer cuando esté arriba, si es que llego”, promete conmovido.

Por lo pronto, ya sabe lo que es compartir con aquellos que sí “llegaron”, como él dice. “El equipo que me gusta es la UdeC y cuando estaba en la escuela, siempre entraba al túnel con el plantel. Ahí conocí a Jean Meneses, que es mi jugador preferido, y formamos como una amistad, él es muy amable y me gusta como juega, me identifico mucho con su juego por las bandas”, expresa este admirador del holandés Arjen Robben.

“Yo estoy claro que quiero ser futbolista profesional, pasar por la UdeC y Colo Colo, y después irme a un grande de Europa. Pero nunca olvidaré a mis profesores que tanto me ayudaron en todos los lugares que pasé y, por supuesto, a mi actual profesor del colegio, Matías Berríos, quien me enseña harto, me ha ayudado mucho”, sentencia el pequeño talento del Salesianos, quien apuesta por Bélgica para este Mundial. “Lo malo es que los partidos son en la mañana, cuando estoy en clases, pero para eso está el celular y los audífonos. El Mundial lo sigo sí o sí”.